La palabra REUNIÓN ha quedado resonando un buen rato antes de decidirme a escribir. Podía haber elegido encuentro (una vez más), o reunir, que en su etimología viene del prefijo «re» del latín «re» repetición o reiteración y del verbo activo transitivo «unir», pero reunión es la llave que verdaderamente abre la puerta a lo que trato de expresar tras la experiencia del pasado 1 de marzo y lo que allí sucedió. Es una dicha haber pensado hoy en hacerlo, ya camino de San Juan, tras meses de intensa ocupación.
Reunión viene también del latín reuniere y significa acción de volver a ser uno (según varias referencias consultadas ésta la que me resulta más interesante). Sus componentes léxicos son el prefijo re (hacia atrás, repetición, intensidad), unus (uno) y la terminación -ire (terminación para crear verbos).
La belleza, bondad y verdad de lo que allí sucedió, reposaba en esta frase, Volver a ser uno y llegar a serlo durante ese tiempo, en con – vivencia con todos los que fuimos, desde la vivencia interior que, cada uno de los participantes con dilatada experiencia en los distintos lenguajes : escultura, pintura, música y poesía, aportamos.
La pregunta interesante que surge es ¿quién era ese uno que se manifestó? Ese que logró reunirnos a todos, a los que observaban sentados y los que actuamos, ese uno que no siendo solo poema, escultura, pintura o música, que no siendo Yolanda, Leandro, Ricardo, Angelo o Cristina fue capaz de reunirnos a todos para ser algo más, ser un alguien más que cada uno, ser de todos y para todos.
Decir que fue la intención de apoyar a los damnificados en Valencia, se queda corto aunque sin duda fue la idea, el impulso inicial. Una de las cosas más bellas, de nuevo experimentada en mi trayectoria compartiendo con otros creadores, es la improvisación. Ese entregarse al suceso, vivo, al proceso mismo que requiere de la plena atención y escucha de lo que uno aporta y a la vez se va tejiendo con la aportación de los otros. Algo que en encuentros con verdaderos artistas crea, cuando se vive, la atmósfera sagrada para presenciar una especia de fecundación de la idea, que concibió el encuentro, con la materia y los materiales voz, piano, pinturas, alambres, telas… Lo más maravilloso es que también puede y debería suceder en cualquier otro tipo de reunión. Ya sé que no es lo mismo una de propietarios para debatir la necesidad de una nueva derrama en el edificio, pero si la actitud fuese parecida y creciente en cada uno de nosotros… Hay que seguir intentándolo; no queda otra. Comprobar cuánto y cómo alientan estos momentos es maravilloso. De hecho lo fructífero, además de la recaudación de dinero, fue compartir con el público, invitarlos a participar sobre el escenario lo creado y a compartir luego que recibieron y re -crearon ellos mismos.
Hace ahora ya más de 35 años comencé promoviendo encuentros similares y hoy me llevan a la constatación, de nuevo, que este maravilloso acto de vivir, de comprender qué es ser un ser humano, va entretejido, y cada vez más, de la conciencia amorosa del encuentro, del compromiso con la creación (de uno mismo, como autoeducación continúa si se quiere) creando comunidades, alumbradas por ese ideal de seres humanos, cada vez más libres, sanos, entregados…
Gracias !!